sábado, 19 de enero de 2013

Etapa 3-De Aila a Termas de Epulafquen





















El camino arranca desde unos álamos que son muy visibles hacia arriba de la zona de acampe. El camino, de 12 km, es tranquilo. No tiene muchos desniveles pronunciados. Toda la primera parte puede llevarse a muy buen ritmo. Hay que cruzar varias tranqueras. Abrirlas y volver a cerrarlas. Transcurre por bosques, hay buena sombra, buen oxígeno. El sendero es claro. Hay que cruzar siempre muchos ríos, y hoy, muchos tramos encharcados, con mucho barro donde el pie se hunde completamente, y hay pocas maderas o piedras para hacer base. Metí la pata muchas veces. Hay dos pendientes, casi llegando al final de la senda. Son dos pendientes bastante largas. Ya ahí no hay tanto bosque, sino más cañaverales, y muchos cachos de caña en el suelo que hacen trastabillar un poco. Antes de llegar a la ruta 62, hay un río bastante ancho, que se puede cruzar por un tronco, pero ojo, el tronco está alto, y uno no siempre puede controlar su equilibrio con el peso de la mochila en la espalda. Yo lo vadeé. Lo crucé por el agua.
Llegamos a la ruta. El camping libre no está señalizado, así que todo el mundo, también yo, llegamos hasta el camping pago. Es el más caro hasta ahora, 40 pesos. Tiene baños y ducha caliente! Hay fogones, pero no hay luz y no está al lado del río o del lago, pero sí donde empieza un sendero temático, justamente inaugurado hoy y ese sendero va pasando por pozones de barro con agua termal natural que va desde los 30 hasta los 90 grados. Al final hay unos piletones construidos. Un baño reconstituyente.
Acá encontré un grupo de tres montañistas. El señor más mayor, que debe tener casi 60 años, hizo base dos veces en el Aconcagua. Estuve charlando con ellos. Llegó Emilio también, el señor mayor, 62, que estaba ayer en el otro camping. Llegó cansadísimo, lo invité con mis fideos ensopados.
Durante la inauguración del sendero, me llamaron, me invitaron con choripán, proteínas! Porque hasta ahora no hay nadie que se haya planteado hacer la Huella Andina completa. Había autoridades, gente de Parques Nacionales, y periodistas, y voy a salir en el diario Río Negro, con foto y todo. Además, Horacio Pelozo (el oso), uno de los diseñadores de la Huella Andina, me invitó a ir con ellos a pintar una de las partes que falta completar en el Lácar. De caminante, termino laburando en hacer el camino, como dice el poeta, caminante no hay caminos, se hace camino al andar.

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