sábado, 19 de enero de 2013

Etapa 4-De Termas a Laguna Verde






















Hoy no salí temprano. Había mucha humedad. Estaba más bien fresco aunque estaba dentro de mi super bolsa de dormir. Esperé a que se secara un poco todo y mientras tanto tomé mates con Emilio -un pesado pero con buena onda- que decidió quedarse porque después de ayer, no podía ni enderezarse. También estuvimos con Daniela que es alemana y Tomás, su pareja, que es cordobés. Ellos salieron, como yo, caminando hacia Laguna Verde. 12 km. Salí tranquila porque el sendero es inconfundible ya que coincide con la ruta de ripio 62. Normalmente no me gustan los caminos para autos, para caminar; pero este tiene varios puntos interesantes. Pasa por una cascada, después por un lugar llamado Puerto Encuentro, aunque no encontré a nadie, y me hoy me hubiera gustado mucho. Después pasa frente al Escorial y está toda la aglomeración de escoria volcánica, y después pasa por una laguna encantadora, o encantada, llamada Laguna del Toro. Finalmente, Laguna Verde, pegadita al Currué Grande, antes de llegar, 400 metros. Laguna Verde es muy lindo, hasta parece un lugar del Caribe. La arena es negra, por ser volcánica, como de piedritas, no se pega, y el agua del lago no está fría. Me metí, lavé la ropa, y aproveché a relajar las piernas y la espalda. La llaga que tengo en la espalda después de 5 días de trekking con el peso, es horrible. Tengo que empezar a morfar y acabarme los fideos y la polenta, para que pese menos. El tema es que hacer después. No hay muchas provedurías. No hay nada en el camino. A veces pan casero y tortas fritas. En este camping venden algunas cosas, me compré un litro de leche, 10 pesos,  y me lo tomé con cereales. El cuerpo me pedía leche. Raro, porque nunca jamás tomo leche. El camping es caro, más que el de ayer, 45 pesos. Tiene baños, sencillos. La ducha está en Currué. No hay luz. Hay fogones.
Hace muchísimo calor ahora, realmente es como estar en el Caribe.
Una de las vistas más bellas de este camino, al menos para mí, fueron las del lago Carilafquen y, en la mañana, las montañas y el Lanín reflejados en sus aguas. Bello, muy bello. Inspirador. Pero el camino de autos, a mí, me cansa más que la senda. Puede ser porque en la senda corre más adrenalina, o uno va con la preocupación de no perderse o no caerse en río, o meter la pata en el barro, y entonces, sin querer, el camino se hace solo.
Mañana empiezo la senda que va desde aquí, por el curso del río Auquinco, hasta el lago Lolog, son tres días alejada de la civilización. Más alejada. Porque para que vayan teniendo una idea, desde el inicio de la travesía, no hay internet, tampoco señal de celulares en casi ningún lado. Escribo todo esto en Word, y pido por favor en algunos lugares donde tienen grupo electrógeno, que encienden sólo por las noches, que me carguen las baterías.
Este lugar me gusta. Y me siento cómoda. Ya hice el fueguito, ya me preparé unos mates.

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