jueves, 31 de enero de 2013

Etapa 16-De camping Kaleuche a Chacra Santa Lucía y de ahí a Troncoso.





















Inmejorable en cuanto a la sociabilización sobre la Huella Andina. En el camping Kaleuche hablé muchísimo con Quique, un montañista tan amable y agradable. Me invitó a volver, como invitada del camping, y creo que voy a volver porque el lugar es paradisíaco y la paz total, y el entorno ayuda. Salí rumbo al Mallín Colorado. Se sale por detrás del camping y se empieza a remontar una loma pasando por una aserradero que está a unos 2000 metros. La gente del aserradero me señaló por dónde subía la senda. Hay mucha tala de árboles y se abren picadas, o símil, que puede confundir, pero la senda es bastante clara. Se sube un trecho considerable. Más o menos es una hora de subida. Por el camino, pasan bueyes que acarrean troncos, en mi caso, venían de bajada; dos leñadores o madereros, arriando dos bueyes que en medio traían una ristra de troncos. Al final de la subida, o casi al final, se llega a una pequeña casita que debe ser de los leñadores. En ese preciso lugar no vi una marca clara. Varias veces sucede que hay caminos alternativos, izquierda o derecha. Yo hoy, luego de las perdidas marca chifle de ayer, opté por la histórica buscar la marca sin la mochila puesta. Dejaba la mochila en un lugar y caminaba por un lado y por el otro, hasta encontrar la marca que por suerte en alguno de los lados, aparecía. Lo mismo me sucedió varias veces. Hay que cruzar varias tranqueras. Están señalizadas. Se agarra un camino vecinal de ripio, durante más o menos una hora más, o un poco menos. Hay algunos árboles a la vera del camino, lo que no lo hace tan denso. Después hay un camino ancho que sirve de cortada, de atajo, y que sale a otro ripio con varias tranqueras más y carteles de propiedad privada, prohibido pasar, pero hay que pasar, así que desobediencia total a la prohibición y pasamos como Pancho por su casa. En el ripio, este segundo camino vecinal más duro, a pleno sol, no anda ni un alma. Al cabo de una hora más se pasa por un establecimiento llamado Ayelén, hay que seguir y al rato se cruza el arroyo Coronel, antes lo hemos cruzado, cerca de Ayelen, por un puente vehicular. Yo a la primera, lo crucé mal, por la parte equivocada, y llegué a una casa donda había un par de gallos y un perro que me miraba de reojo. Pensé que ahí era Santa Lucía, pero no era. Busqué marcas, no encontré, y di marcha atrás. El cruce del arroyuelo era a pocos metros antes, y estaba la marca pintada en una piedra. Después de cruzar el arroyuelo, la Huella se vuelve benévola y transita por camino blando y bordeado de pinos. Muy refrescante y al poco de caminar por ahí, se llega a la Chacra Santa Lucía. Hay una casa llena de flores y una señora que mira sin pestañear y no habla. En la segunda casa viven los caseros. El hombre, muy atento, me recibió, me dijo que era ahí, que a veces han parado acampantes. Como era temprano y me había ido bien, decidí continuar hasta la próxima casa, el próximo poblador. Me lo había sugerido Quique y significaba que me adelantaba un poco de camino para mañana que quiero alcanzar Wharton y que ya vadeaba de una vez el río Foyel que tiene fama de ser impracticable en primavera. Afortunadamente el río estaba bien. Un poco más arriba de la rodilla, y ancho, pero practicable. Llegué a lo de Troncoso. Estaba Abraham, que desde toda la vida ha vivido acá, y Toti (Toribio), un ayudante. Felices de recibirme y de que acampe en su propiedad. No quieren cobrar. Me recibieron con tortas fritas y mates. Estaban construyendo un baño, y en ese momento en que yo llegué, haciendo un receso. Al menos alguien que nos viene hacer un poco de compañía, dijeron. Charlamos un rato. Me fui a bañar y a lavar la ropa al río, a 150 metros de la casa. Es una cabaña encantadora. Yo armé mi carpa azul, cerca. Hay vacas, tomamos leche de vaca con tortas fritas. Hay ovejas, caballos, y adentro de la cabaña una cantidad impresionante de cueros de puma, zorro, gatos monteses, cabezas de jabalíes. Abraham dice que los ha venido cazando cuando empiezan a merodear los alrededores y le matan las ovejas. Impresionante el puma, y yo haciendo guardia con un tramontina, ni cosquillas en una uña le hubiera hecho.
Este es un lugar para quedarse. Yo lo sugiero. Es hermoso. Hay onda. La gente está encantada de que alguien pare. Dicen que soy la primera que pasa por acá haciendo la Huella Andina.
Creo que es buena idea hacer noche acá y de acá seguir a Wharton sin subir al Perito Moreno, donde según me explicó Quique lo único que hay es un centro de esquí cerrado por fuera de temporada. De sólo imaginarme que sería como llegar al Cerro Bayo, decido intentar alcanzar Wharton. Abraham ha dicho que me encaminará. Hay buena parte de ripio también mañana.
Es mucho más fácil perderse, confundirse, digamos, en estas áreas rurales. Habría que poner más marcas porque por la sociabilización del paisaje, aparecen muchas bifurcaciones que confuneden. Todo el tiempo. Incluso para bajar al Foyel desde Chacra Santa Lucía, al final de la huella ancha, hay varias senditas que bajan al río. Yo iba a bajar por la derecha, pero se medio por bajar la mochila y pispear a la izquierda, y era por ahí, por la izquierda. Llegué bien. Y estoy fenómeno.
Hasta la Chacra eran 14 km y de la chacra hasta acá serán 3 o 4 km más. 17.5 km, pongamoslé.

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